Según el mito de la globalización, los espacios nacionales han quedado disueltos en el orden global, la mano invisible del mercado se encargará de compatibilizar intereses y difundir el bienestar global. Este mito se encuentra expresado en ‘La Riqueza de las Naciones’ de Adam Smith.
La apropiación de los recursos energéticos y materiales para el ‘desarrollo’ de las naciones del Norte necesito de un proceso de colonización encubierto que permitiera su legitimación ante las doctrinas ilustradas (derechos del hombre) que se legitimaban en los países occidentales y obligaban a los países de la periferia.
Apareció entonces el término Globalización. Para ello se emplea el libre comercio y el manejo financiero de los mercados mediante instituciones internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional), el BM (Banco Mundial), o la OMC (Organización Mundial de Comercio), y los tratados internacionales entre Países Ricos y Países Empobrecidos, en una hipócrita apertura de mercados de los últimos mientras los primeros defienden sus industrias a través de subvenciones y aranceles.
La apropiación de los recursos energéticos y materiales para el ‘desarrollo’ de las naciones del Norte necesito de un proceso de colonización encubierto que permitiera su legitimación ante las doctrinas ilustradas (derechos del hombre) que se legitimaban en los países occidentales y obligaban a los países de la periferia.
Apareció entonces el término Globalización. Para ello se emplea el libre comercio y el manejo financiero de los mercados mediante instituciones internacionales como el FMI (Fondo Monetario Internacional), el BM (Banco Mundial), o la OMC (Organización Mundial de Comercio), y los tratados internacionales entre Países Ricos y Países Empobrecidos, en una hipócrita apertura de mercados de los últimos mientras los primeros defienden sus industrias a través de subvenciones y aranceles.
El saqueo es ahora participado por las élites minoritarias de los países del sur que maman de las grandes transaccionales, los emporios mediático-financieros, y los lobbies de los países ricos, todo cubierto con un manto de legitimidad jurídico-política.
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